¿CUÁNDO DEJAREMOS DE CALENTAR LA SILLA?
Siempre me ha gustado reflexionar y aportar mi punto de vista sobre cualquier tema, y aprovechando la orientación al mundo laboral del blog, voy a escribir una entrada relacionada con un problema que detecto en España: la importancia de echar horas y horas en el puesto de trabajo.
La vida está compuesta de multitud de experiencias entre las que el trabajar se convierte en una de las fundamentales. Dedicamos muchísimas horas a la semana a realizar esta actividad y compartimos con nuestros compañeros de trabajo una mayor cantidad de horas que con personas que tienen más grado de afinidad e importancia, como son familiares, amigos y parejas. Las jornadas laborales tienen un inicio, pero muchas veces el final no está tan claro. Una reunión a última hora, un correo bomba, la incapacidad de gestionar la carga de trabajo o cualquier otro elemento, alargan la jornada laboral haciendo que se empleen entre 1 y 3 horas más de lo estipulado. Además, empleados que realicen su trabajo en su horario, pueden ser mal vistos por el resto de los compañeros que salgan más tarde.
Al final, con estos modelos de cultura organizacional es difícil valorar hasta qué punto un empleado es productivo o no en el área que desempeña. Y esa es una de las cosas que hay que cambiar: dejar de valorar el calentar la silla y sustituirlo por la productividad.
El día que dirija un equipo me fijaré más en su productividad que la hora en la que salgan del trabajo. No me valdría tener gente a mi cargo que saliera todos los días a las 22:00 por no haberse organizado mejor. Otra cosa distinta, sería que la carga de trabajo fuera tan grande que todo el mundo tuviera que echar horas de más, lo que significaría que el trabajo estuviera mal dimensionado y que se requiriera ampliar el equipo o delegar ciertas tareas a otros compañeros. En definitiva, pueden ser muchísimos factores pero el problema es que este tipo de cultura, de ser puntual en la hora de entrada y que la de salida se convierta en una utopía, parece predominar mucho en distintos sectores y tal vez lo peor de todo, que es muy valorado.
Un ejemplo es el mundo de la consultoría, donde las empresas mejor valoradas proponen muchos argumentos positivos (planes de carrera, desarrollo, salario…) pero el horario sigue siendo un gran hándicap a mejorar. El problema es que este tipo de empresas son tomadas como referencia, pese a los largos horarios y la gran cantidad de deadlines, elementos que se imitan en muchas empresas sin tener en cuenta otros que los compensen. En definitiva, un negocio que apueste por grandes jornadas laborales deberá compensar ese exceso de horas de alguna manera (aumento de salario, días de vacaciones extra, formación…) o verá como su rotación aumenta de manera exponencial.
Haciendo una comparación con el ámbito deportivo, si un deportista realiza más actividades de la cuenta entonces su rendimiento bajará, incluso pudiendo lesionarse. En el ámbito laboral, si nuestros empleados realizan horarios que les impiden descansar y están sometidos a un alto grado de estrés, entonces probablemente lleguen las bajas, los errores y los cambios de trabajo. Encontrar un modelo sostenible para compaginar el trabajo y otros aspectos de la vida sería algo fundamental. ¿Pero podría lograrse?
Espero que poco a poco se cambie el punto de vista y se valore la productividad y no el calentar la silla. Porque tiene que haber tiempo, no solo para trabajar sino para disfrutar de muchas otras cosas tan importantes o más para hacer que nos sintamos mejor, y en definitiva más felices. Y tal vez esa sea la clave, descubrir que la felicidad hará que nuestros empleados sean más productivos y que alcancemos mejor las metas sin tener tantos riesgos en su consecución. Además, todos estos cambios ayudan a retener el mejor talento de la organización.
No será fácil gestionar el cambio, pero si lo consigues hacer podrás mejorar la calidad de la vida de tus empleados y también su rendimiento en la empresa. Pues el tiempo es lo que más valor tiene, el dinero se gana y se pierde, las parejas vienen y van, pero el tiempo perdido jamás se recuperará, por lo que debes hacer que tus empleados optimicen lo mejor posible su tiempo para lograr aquellos resultados que te propones.
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